vineri, 17 iunie 2011

LA SOLEDAD DEL CONDE DRÁCULA

Era una tranquila noche en el castillo. El Conde tenía sed; pero no podía salir, por lo que decidió vagar y vagar por sus pasillos, solo. Durante esa ronda, sin embargo, encontraría algo que cambiaría su visión del Mundo: una extraña puerta secreta. Entró, sin pensarlo mucho, ya que era un Conde muuuy curioso. Además, era lo más interesante de su paseo.

Era un cuarto muy bello, como el de una princesa, tenía una pequeña mesa con un juego de té, probablemente hecho de porcelana muy fina. Ante esta imagen, el Conde se hizo varias preguntas: “¿Porqué hay un cuarto secreto en mi castillo? ¿Por qué se parece al de una princesa? ¿Y por qué nunca lo había visto? ¿Quién vivirá aquí, pues veo que es como una habitación…? Entonces el Conde quiso investigar.

Lo primero que encontró fue una repisa llena de libros de aventuras, de historias románticas y hasta de acción. También encontró un escritorio sobre el que había una pluma muy bella y un pequeño cuaderno. De súbito, el Conde escuchó un ruido: “¿Quién está ahí?”. Silencio. Volvió a preguntar: “¿Quién está ahí?” Nadie respondió. “Creo que aquí hay alguien que no quiere que yo lo vea”. Buscó debajo de la mesa, detrás del armario y en su interior, pero nada. Escuchó otro ruido: sonaba como pasos. Hubo un silencio. Luego escuchó unos sollozos: no había duda, eran de una señorita. “¿Por qué lloraría?” No lo entendía. Decidió ir en su búsqueda.


Buscó y buscó hasta que la encontró: era una princesita, con un bello vestido rosado adornado con algunos unos toques de verde. El Conde se sorprendió, quedando inmóvil frente a la bonita niña, ya que él estaba muy seguro de que vivía solo en el castillo. ¿Por qué habría de compartirlo? Pero luego pensó en la pequeña princesa. Pero esta había nuevamente desaparecido.

“Princesa Princesita”, gritó. Pero no hubo respuesta. Siguió caminando: la volvió a encontrar. Esta vez no vaciló. “¿Quién eres? ¿Qué haces en mi castillo? ¿Por qué lloras?” Ella solo sollozaba. “Princesita”, dijo el Conde, “por favor dime qué te ocurre”. Ella respondió: “Me llamo Mary, vine de visita aquí, pero no encuentro a mi familia. Creo que estoy sola en este Mundo, por eso lloro”. “Pero Mary, yo he vivido aquí durante los últimos 4.000 años, solo”, dijo él. “Conde, me escapé de esta, mi casa, hace 5.000 años”, señaló ella. Luego agregó: “Me enojé con mi mamá. Corrí y corrí llegando a un oscuro bosque en el que he estado viviendo. Solo ayer logré regresar a mi dormitorio. ¿Sabes lo que es sentirse muy solo?” El conde no respondió, pues sabía que su respuesta sería “sí”. Pero era muy orgulloso como para asumirlo.

El Conde vivía la soledad misma, ya que no tenía familiares, solo algunos amigos, quienes vivían a no menos de 6.000 Km. de su castillo. Rápidamente, el Conde le dijo a Mary que los antiguos habitantes del castillo, también inmortales, se habían ido a Alaska. Mary saltó de alegría, ya que lo único que quería era regresar donde su mamá y abrazarla.

¿Qué pasó después? Seguramente la princesa, feliz, viajó en busca de su familia. No obstante, lo que seguro es que desde ese día, el Conde lo único que quería era visitar gente, tener amigos, para así no sentirse solo. Drácula había conocido el calor de otra alma inmortal.

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