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vineri, 10 iunie 2011
Castillo Drácula
El Castillo de Bran, más conocido como Castillo de Drácula o de Vlad Tepes, recibe unas 450.000 visitas al año, sobre todo por curiosos de España y fans de la historia europea. Una curiosa anécdota refleja perfectamente la personalidad del dueño del castillo, que pasó a la historia como un ser cruel y sanguinario:
Un mercader florentino tocó la puerta del castillo de Vlad Tepes para informarle de que alguien le había robado una bolsa llena de oro. Vlad le dijo que volviera al día siguiente.
Cuando regresó a la montaña por la mañana el comerciante se encontró a los ladrones empalados en la plaza del castillo junto a sus familias, y ante semejante macabra imagen el príncipe le devolvió la bolsa diciendo: ¿Falta alguna moneda?
El comerciante contó las monedas boquiabierto y con náuseas, y al ver que sobraba una, se lo hizo saber a Vlad, el cual respondió:
“Tu honradez te ha salvado. Si hubieras intentado quedártela, habrías acabado en la estaca más alta, junto con todos estos”.
El Príncipe Vlad Tepes disfrutaba probando a la gente, para verificar si le tenían miedo, pero en el fondo era una persona honesta que cumplía con su palabra y amaba a sus compatriotas, por lo que ninguno que le fuera fiel tendría que temer por su vida. Lo que no quita que siempre estuviera jugando con sus súbditos, para ver quién se pasaba de listo. Como cuando le dio por dejar una copa de oro en el patio del castillo para ver si alguien se atrevía a robarla. Ni falta hace decir que la copa de oro permaneció en el patio de por vida.
Nació en 1431 en Transilvania y murió en plena batalla el 14 de noviembre de 1476 cerca de Bucarest, cuando junto a otros 300 hombres se enfrentó a 120.000 turcos, cosa que había hecho antes con éxito. Era un hombre de estatura media pero fuerte y con grandes hombros, sobre los que caía una larga melena negra.
Vlad Dracul, nombre que le pusieron los rumanos y que significa Demonio (De ahí lo de Drácula = hijo del Demonio), se metió en mil batallas pero sin duda la más famosa fue la que mantuvo contra el sultán turco Mehmed II, conquistador de Constantinopla.
Mehmed quiso tender una trampa a Vlad citándole en un puerto danuviano para “solucionar un pequeño problema fronterizo”. Cuando LLegó se dio cuenta de que el turco había traído todo un destacamento al mando del general Hamza Beg para capturarle, lo que no sabían era que Vlad también hizo de las suyas trayendo a todo un ejército de caballería que acabó con los turcos con facilidad. Todos los turcos fueron empalados, junto a algunos húngaros, rumanos, búlgaros y algunos alemanes, acompañados por sus familias, en lo que se llamó el Bosque de los Empalados. Mehmed II acudió al lugar y al ver todo el valle lleno de empalados se retiró vomitando y regresó enfermo a Estambul.
Vlad, envalentonado por la victoria, cruzó el Danubio penetrando en territorio otomano y incendió, saqueó y derrotó a las poblaciones turcas. Tras el combate envió a Matías Corvino dos sacos enormes llenos de orejas, narices y cabezas sumando un total de 24.000 piezas. El terror hizo que cientos de familias musulmanas huyeran de Estambul por temor a que viniera Vlad.
Pero todos sus esfuerzos se vinieron a bajo cuando su propio hermano, Radu el Hermoso, se juntó con Mehmed y otros grandes personajes que estaban en contra de Vlad. Tras unas tres o cuatro batallas en las que logró sobrevivir e incluso a veces ganar, y siempre en inferioridad numérica, acabaron capturándole, separándole su cabellera y cara del cráneo y enviando lo que quedaba de él como trofeo para Estambúl.
Lo más curioso de todo es que Vlad Tepes se consideraba a sí mismo cristiano, e incluso cuando le nombraron Príncipe de Valaquia en 1456 los reinos cristianos le reconocieron como tal, pero Vlad pasará a la historia como un ser cruel y desproporcionadamente sanguinario, y tanto fue el odio que creó en sus enemigos, que hoy en día se cree que ni siquiera su cuerpo sigue bajo tierra, pues los monjes que heredaron la Iglesia en la que le enterraron, decidieron moverle de sitio por miedo a que su espíritu permaneciese en la capilla. Dicen que abrieron su sarcófago y lo encontraron vacío.
Creo que no hay lugar mejor que visitar que un castillo como éste, en Rumanía, lleno de leyendas y rumores, digno de las mejores películas de miedo. Aconsejo ir con pareja, será una experiencia inolvidable.
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